El arte de kokedama apareció
en Japón en la década de 1990. Estas bolas de musgo en las que crecen las
plantas, tuvieron un éxito inmediato en Japón y ahora empezamos a
encontrarlas en Europa. Refinado y de mantenimiento relativamente fácil, el
kokedama tiene todo los ingredientes para seducirnos.
Muy próximos a la naturaleza, los japoneses gustan de
reproducir en su casa escenarios naturales donde las plantas crecen en un
ambiente similar al natural. De ahí nace el bonsái y toda su tradición.
El kokedama consiste en cultivar cierto tipo de plantas sobre unas
bolas de musgo vivo rellenas de sustrato. El kokedama entronca con una serie de
técnicas tradicionales japonesas como:
el Nearai, que consiste en el cultivo de plantas sobre
un pequeño cuenco de arcilla o sobre una roca, donde el sustrato está
prácticamente al aire.
el Kusamono, que consiste en los cultivos de plantas
asociados al bonsái para indicar la estación del año, también se cultiva sobre
un pequeño cuenco colocado sobre una antigua madera lacada.
el Bonsái, cultivo de árboles obligados a contener su
crecimiento.
El kokedama siempre se instala sobre un soporte mineral: pizarra negro, pizarra verde,
cerámica o bien sobre madera semi-preciosa o madera petrificada. Esta
combinación de minerales y vegetales añade una nota muy moderna que hace
referencia al jardín Zen japonés. La disposición a veces muy básica de las
plantas sobre la esfera de musgo toma prestados los códigos del Ikebana, arte
floral japonés. Las composiciones son a la vez simples y muy gráficas. Musgo o
musgos, ya que se pueden usar diferentes especies de musgo, dando una forma muy
natural.
El mantenimiento: dependerá del tipo de planta que se cultive, aunque hay unas normas generales y comunes a todos. Exposición a la luz, abundante pero no directa, es una norma común a todo cultivo de kokedama. La temperatura también irá en función de la planta concretamente cultivada, pero en general habrá que huir de fuentes de calor y frío artificiales, así como de las corrientes de aire.
El kokedama se riega por inmersión de
la bola de musgo en un recipiente, una vez por semana en invierno y dos veces
en verano o más dependiendo de la intensidad del calor y el grado de humedad
ambiente. En verano será aconsejable pulverizar agua regularmente, con una
botella nebulizadora, sobre la bola de musgo. El abono siempre será líquido y
disuelto en el agua de riego, dicha di lución se hará con diez veces más agua de
la recomendada por el fabricante para no quemar el musgo ni las raíces de la
planta.
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