Perteneciente a la familia de las crasas o suculentas, la
echeveria elegans, la más popular de su especie, es una excelente opción
ornamental para darle un toque exótico a nuestro jardín.
Procede de México, donde se encuentra en peligro
de extinción, y es conocida también como rosa de alabastro, por la similitud de
la piedra con el color de sus hojas. Éstas, ovales y gruesas, están dispuestas como una
roseta apretada, recordando a los pétalos de las rosas.
Su mayor ventaja es que es muy
resistente a la sequía, por lo que se convierte en una planta ideal para
lugares con lluvias escasas.
Más de 150 variedades componen la especie echeveria, llamada así en honor al botánico mexicano
que la descubrió, Echeverría. elegans, una de las más conocidas, no tiene
tallo, así que emerge directamente del suelo como una gruesa roseta de hojas
ovales de unos 2-6 cm. de largo y 2 cm. de ancho. Su floración tiene lugar en
primavera, entre marzo y junio, época en la que podemos disfrutar de sus
inflorescencias en forma de racimo de color rosa y amarillo.
Estas características hacen de esta suculenta una
opción ideal para cubrir lentamente superficies complicadas del jardín (a modo
de tapizante), cultivar en cubeta o maceta, y, sobre todo, para decorar y
completar rocallas y arriates. Sus posibilidades ornamentales son enormes.
La echeveria destaca por ser una
planta resistente que soporta sin problemas las
carencias de agua y las altas temperaturas. Al proceder de zonas cálidas de
México, se trata de una elección perfecta tanto para el interior como para los
exteriores, siempre y cuando fuera el clima no sea excesivamente lluvioso o
frío (aguanta unos cuantos grados bajo cero). Para su ubicación elegiremos
pleno sol, donde sus flores y hojas adquirirán tonos más intensos. También se
desarrolla bien en sombra ligera o semis sombra.
Prefiere los terrenos pobres, aunque se adapta bien a otras condiciones, y es importante que
estén bien drenados. Lo mejor,
sobre todo si cultivamos en maceta, es recurrir a un suelo mezcla de arena,
sustrato rico en materia orgánica y tierra de jardín. No necesitan abono,
aunque podemos enriquecer su crecimiento en primavera con fertilizante diluido
especial para cactus.
Respecto al riego, ya hemos indicado que no necesita mucha agua.
Si la planta está en una maceta, tendremos especial cuidado con los
encharcamientos y no olvidaremos sacarla al aire libre en primavera. En caso de
estar en el jardín, regaremos moderadamente en verano y escasamente en
invierno, evitando mojar las hojas, ya que no tolera bien los excesos de
humedad. No olvides eliminar las floraciones marchitas y racimos pasados:
la planta te lo agradecerá con un crecimiento más vigoroso.
Las dificultades de su cultivo
vienen por el exceso de riego. La
podredumbre y los hongos pueden aprovechar esta circunstancia para acabar con
la planta. La mejor forma de no llegar a este extremo es regando racionalmente, sinempapar, y
evitando mojar las hojas. Respecto a las plagas, estaremos pendientes de las
cochinillas, los pulgones y las babosas.
La forma más común de reproducirla es plantando esquejes al comenzar el verano, aunque
también es posible a través de semillas. Las hojas más adecuadas para
multiplicar son las que se sueltan con facilidad del tallo. De uno de ellos, es
sencillo obtener preciosas rosetas de echeveria que pueden durar hasta siete
años. Sin duda, harán las delicias de cualquier rocalla o jardín.
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